¿Cómo se hace un VIOLÍN artesanal? I LUTHIER lo explica paso a paso

¿Cómo se hace un VIOLÍN artesanal? I LUTHIER lo explica paso a paso

Para que el violín tenga un sonido excelente deben confluir dos importantes factores, en primer lugar la utilización de maderas de gran calidad secadas de una forma natural tras un lento proceso de al menos diez años y por otro la técnica de construcción donde la sensibilidad del artesano se debe manifestar en su propio trabajo. Para la fabricación de un violín se utilizan tres tipos de madera abeto, arce y ébano. Ramón Oliveras ya tiene cortadas y secas las piezas que va a necesitar. Nuestro amigo el lutier, comienza su trabajo pegando con una cola especial  las dos tablas simétricas de cada una de las tapas Esta cola está hecha de pieles y huesos de animales, no tiene que ser colas, otras cosas blancas, no tiene que ser esta cola, que es la que ya usaban Stradivarius, Guarnerius y todos estos grandes lutieres. Con unos pequeños mazazos, las piezas encoladas quedaran totalmente planas sobre la superficie de la prensa. Transcurridas 24 horas ya se ha secado la cola y el lutier puede continuar con el proceso. Para ello con una plantilla traslada a la tabla la forma de la tapa del violín. Con la sierra de cinta se encargará de dar la forma definitiva a la madera. Las dos tapas del violín son prácticamente idénticas en su forma, la diferencia principal está en  el tipo de madera que se utiliza, para la tapa de arriba la madera ideal, es la de abeto y para el fondo la de arce. En un tornillo de presión reforzado, con unas tablas que protegen la pieza, Ramón repasa con la lima todo el contorno de la tapa del violín. "Ahora con esta punta de lápiz marcaré todo el contorno de la tapa para tener una referencia lo que ha de ser el bordón del violín." Para desbastar la tapa con comodidad, el artesano la coloca sobre un soporte de madera al que él llama cama. En este trabajo utilizará las gubias, pero antes de comenzar debe afilar las muy bien en tres piedras de diferentes grano. A partir de una marca ovalada que ha hecho con la plantilla en el centro de la tapa, Ramón va rebajando poco a poco con la gubia la parte que quedará al exterior, respetando siempre el centro que le permitirá mantener la forma abombada Ramón ama la música y ama el violín. Nació como él dice en medio de la música, su padre era violinista, su hermano también era músico y el mismo tocó en una orquesta. Después de rebajar la madera con la gubia, nuestro amigo el lutier utiliza tres pequeños cepillos metálicos especiales de esta profesión, con un movimiento de adentro hacia afuera siguiendo las vetas, estos cepillos le permiten acceder a todos los rincones de la madera. La afición de Ramón por este instrumento, le llevó en 1956 a construir su primer violín. Estimulado por su padre durante diez años continuó dando vida a los violines y perfeccionando su sonoridad. Luego marchó a la ciudad de Cremona cuna italiana de este instrumento y con el maestro Stefano Cony, aprendió unas claves clásicas que aplicó a su buen hacer para crear un estilo propio. Este proceso es muy lento y el artesano necesita unas 10 horas de trabajo para rebajar hasta la marca del bordón la parte exterior de la tapa. El bruñidor es una especie de lima pero sin estrías ramón lo utiliza para preparar el corte de las tres cuchillas de diferente filo que necesita este bruñido lo hace en dos fases distintas en la primera afila el corte y en la segunda lo chafa hacia un lado Con las diferentes cuchillas de acero, Ramón va rascando la superficie de la tapa hasta dejarla bien  pulida. La forma cóncava o espalda de caballo, como se dice en el oficio, ya se aprecia notablemente El lijado también es minucioso y el  lutier utiliza lijas de diferente tamaño de grano hasta dejar la tapa completamente pulida. "La siguiente fase es vaciar la tapa del interior ." Para el vaciado del interior de la tapa, Ramón Oliveras sigue las mismas pautas que para el exterior con la gubia rebaja la madera y después con los cepillos, la repasa con mucha atención para controlar su grueso en todos los puntos "La tapa no puede tener todo un espesor al general si no va a trozos, según que trozos es más gruesa según que trozos más  delgada." cuando la tapa superior del violín tiene los gruesos apropiados, en la cara exterior Ramón marca las efes con una plantilla Estas efes deben estar abiertas en unos puntos concretos y con un tamaño exacto. "Las efes sirven para que el sonido del violín penetre dentro y vuelva a salir fuera." Una vez marcadas las efes el lutier las corta con un hilo de sierra cogido con su mano, pues, debido a la anchura de la tapa no puede usar sierras con marco. "Bueno las efes ya están terminadas." Terminadas las efes Ramón a encolado en el lugar  preciso la barra armónica, pieza clave para el buen sonido del violín. "Lo que sirve la barra armónica es para dar fuerza a las notas graves." Todos los detalles de la fabricación de un violín son minuciosos y necesarios para conseguir la óptima calidad de sonido. A todo lo largo del contorno de las tapas, Ramón hace una ranura de unos dos milímetros de profundidad para introducir los filetes. "Ahora voy a calentar la pieza esta de hierro para luego mojar los filetes, y darles la forma que tienen que tener." El filete es una tira muy fina compuesta por tres capas de madera una de arce en el centro y dos de ébano a los lados. Para encajarlo en la ranura de las tapas Ramón en el molde de hierro, calienta el filete húmedo hasta moldearlo a su voluntad. Con mucha paciencia el artesano va introduciendo esta fina tira de madera que además de tener una función ornamental, sirve para dar una pequeña vibración a las tapas, ganando calidad en el sonido. "Tiene que ir muy justo y bien encolado  que podría desencolarse y salir." Cuando el filete ya está encolado Ramón lo repasa con la cuchilla primero y con la lija después, hasta igualarlo con toda la superficie. Las dos tapas la de arriba y la  del fondo ya están terminadas. Ahora Ramón procede a fabricar el aro del violín para ello marca, en unas tiras de madera de arce las seis fajas que necesita. Para poder doblar las tiras de madera sin que se rompan el lutier calienta el hierro molde sobre él y aprovechando su forma, curva y moldea con mucha paciencia cada una de las fajas previamente humedecidas en el agua. Con el calor cada una de las fajas va tomando la forma correspondiente a  la parte que va a ocupar en el violín. En el molde de madera Ramón ya tiene colocados los seis refuerzos de las  fajas que son unos taquitos donde éstas irán pegadas. Con un cepillo aplica cola en los refuerzos y en la parte de la faja que se tiene que pegar a ellos. Después de ajustarlas en su lugar definitivo, con unos gatos especiales, presiona cada una de las fajas. Para que la cola actúe los gatos deberán estar al menos, un día entero presionando las zonas encoladas. Han pasado 24 horas y las fajas ya están unidas a los refuerzos formando una sola pieza. Ramón da unos pequeños golpes  para bajar el molde y dejar libre uno de los contornos, allí van a ir colocados los listones de refuerzo. Para la fijación de estos listones ramón sigue las mismas pautas que para las fajas, primero toma las medidas de las 12 piezas que va a necesitar 6 por cada contorno, después debe darles la forma curvada con el molde de hierro bien caliente, y la madera de abeto mojada para que no se rompa. los moldes de hierro que este artesano utiliza son de diferentes formas y tamaños según la pieza a curvar. "Ahora estoy marcando con el lápiz todo lo que ocupa las piezas de estas para la cola para tener una guía donde hay que poner la cola para no pasar." Una vez marcado el contorno con la anchura que deberá tener la tira de refuerzo Ramón encola una a una las piezas. Para mantener la presión necesaria durante el secado de la cola, este lutier utiliza las pinzas convencionales reforzadas con una gomita. Durante las ocho o diez horas que necesita la cola para secarse, las pinzas ejercerán una presión uniforme al estar colocadas una junto a otra, en todo el refuerzo. "Ya están encoladas las piezas." Cuando la cola está seca y los refuerzos han quedado unidos a la faja, Ramón quita las pinzas de sujeción y se prepara para hacer lo mismo en el otro contorno Con pequeños golpecitos del martillo saca el molde y deja la faja con uno de los refuerzos. Ahora siguiendo las mismas pautas de trabajo, en lutier en cola los listones de refuerzo de la otra cara y los presiona con las pinzas. El encolado debe ser perfecto, pues cualquier fallo, podría repercutir en una buena sonoridad del instrumento "Y ya tenemos todas las piezas encoladas Después de 10 horas de estar encolado ya se pueden sacar las pinzas." "Ya están todos los aros encolados junto con todo el esqueleto del violín." El esqueleto del violín, son los tacos y los listones de abeto que se han pegado a la faja. Con una lija que él mismo se ha preparado, el lutier repasa los bordes para que se ajusten bien a las tapas. Llega el momento de pegar las tapas. Para mayor comodidad en  el trabajo, Ramón utiliza un molde exterior. La tapa del fondo del violín es de madera de arce, más fuerte que la de abeto pues tiene que escupir el sonido hacia afuera. En lo demás es prácticamente igual a la tapa superior salvo algunas pequeñas diferencias en los grosores y en que ésta no lleva a las efes. Una vez fijada al aro o faja la tapa inferior, el lutier hace presión con los  gatos pero sin excederse, ya que las tapas son muy delgadas y se podrían romper. Para proteger la madera y para que la presión sea uniforme en todo el contorno del violín, entre el hierro y la madera coloca unas pequeñas piezas forradas con fieltro. Otras 8 o 10 horas habrá que esperar hasta que la cola se seque. "La tapa del fondo de arce ya está encolada, ahora voy a sacarla del molde." Después de quitar los gatos con pequeños golpecitos en el esqueleto, Ramón saca del molde el cuerpo que lleva hecho el violín. "Bueno ya la tenemos encolada." Para poder encolar bien la tapa superior de abeto, la caja reposa sobre una cama acolchada de tela que protege la madera de los roces con el banco. El proceso es idéntico encolado de las dos superficies a pegar ajuste de la tapa en la faja y después, colocación de los gatos para presionar todo el contorno, pero en este caso los gatos van a ser los especiales del lutier. "Son de madera porque hacen su fuerza lo suficiente para que la tapa quede bien encolada" Otras 10 horas de espera para que se seque la cola y la caja del violín quedará cerrada y terminada En un violín entran 72 piezas y todas ellas son imprescindibles. El lutier no debe perder o menospreciar ningún detalle por pequeño que sea, pues podría perjudicar a la resonancia de la caja. Llega el pulido final con telas de lija de diferentes gruesos de grano, tanto de la superficie como de los bordones de las tapas que sobresalen de la faja "Bueno ya tengo otra operación hecha." Nuestro amigo el lutier va a comenzar la fabricación del mango del violín. Para ello utiliza un bloque de madera de arce bien seca. Con las plantillas apropiadas traslada a cada una de las caras la forma que deberán tener Después en la sierra de cinta desbasta el taco quitando la mayor cantidad de madera que puede hasta dejar un esbozo de la pieza Con la lima Ramón repasa el desbaste de la pieza para marcar con las plantillas los volúmenes del mango Si el proceso de hacer la caja del violín ha sido lento costoso y minucioso en sus  detalles, no lo es menos el de la fabricación del mango. Esta pieza tiene que ser totalmente simétrica y el lutier debe ajustar las plantillas sobre los ejes centrales previamente marcados. "Muy centradas porque el diapasón de, ébano precisamente, pues para que venga completamente recto una vez éste haya terminado y encolado." Para rebajar la madera y dar la forma barroca al mango este artesano utiliza diferentes sierras La lima y la cuchilla le sirven para afinar la superficie A golpe de cincel y con esa habilidad y buen pulso de los que hacen gala los  maestros tallistas, Ramón sigue con precisión las marcas del clavijero Y por fin la voluta del mango. Sierra, limas, gubia, cinceles, lijas... Una combinación de pequeñas herramientas para conseguir la forma apropiada. Después, con el mandril cónico, los agujeros adoptarán la forma de las clavijas. El mango ya está terminado. El batidor es una pieza de madera de ébano que sirve para establecer las posiciones del violín, y llegar de la nota más grave a la más aguda. Alternando la cuchilla y la lija, Ramón le va dando la forma cóncava en uno de sus extremos que es el puente del batidor. "Estoy ajustando la pieza." "Tiene que estar muy bien ajustado." "Ahora voy a poner dos gotitas de cola aquí nada más para que se aguante para ajustarlo bien al violín porque luego tengo que volver a sacarlo." Ramón hace un pegado provisional del batidor en el mango, para comprobar estas dos piezas con la caja acústica y dar los retoques necesarios antes del en colado definitivo Cuando tiene ajustadas las piezas, el lutier definitivamente, encola el mango a la caja acústica El violín ya está completo ahora sólo falta barnizarlo antes de montar las cuerdas, este proceso es muy delicado pues también influye en la calidad del sonido Son muchas las capas de resinas y barnices especiales que ramón aplica sobre la madera. "Cada lutier más o menos va a hacer su forma, yo doy aproximadamente unas 10 capas de barniz." Cada capa de barniz necesita 24 horas de secado antes de aplicar la siguiente. Cada día Ramón da un nuevo barnizado por todo el violín. En casi todos los procesos de fabricación de un violín, hay un tiempo de espera bien sea para el secado de la cola o del barniz, por este motivo, normalmente, Ramón lleva siempre tres o cuatro violines en proceso de construcción. "Una vez ya hay algunas capas dadas pues ya hay qué pasarle un papel de lija bien fino y pulirlo bien pulido." Con una tela de lija de grano muy fino, el lutier pule el barniz para quitarle las diminutas rayas que haya podido dejar del pincel, con un trapo de hilo impregnado en vaselina y polvo muy fino de piedra pómez, nuestro amigo Ramón pule toda la superficie del instrumento, es el acabado final. "Voy terminando de pulirlo y luego pasar otro trapito y también bastante poco fuerte y eso para terminar de sacar la vaselina que se pone y ya quedará terminado." Con esta última fase de pulido el violín debe tener una sonoridad perfecta pero para comprobarlo habrá que montar las cuerdas. Pero antes Ramón debe encolar el batidor que había construido con madera de ébano y que se ajustaba perfectamente al conjunto Después coloca las clavijas untandolas con jabón de sosa lo que facilita su movimiento en el clavijero Para poder resistir la tensión de las cuerdas las clavijas deben estar fabricadas con una madera fuerte: palo santo o ébano El puente es una pequeña pieza que sirve para sostener las cuerdas este también tiene que estar fabricado con una madera resistente como el arce o el plátano, ya que cuando está el violín afinado sus cuerdas hacer una fuerza de 40 kilos. Como han hecho todos los grandes maestros lutieres de la historia, nuestro amigo el artesano imprime su marca en el interior y en el puente de cada uno de los instrumentos que fabrica bajo el nombre de Raymundus Oliveras. Llega el momento de montar y tensar las cuerdas su fabricación también es artesana ya que están hechas con tripas de animales envueltas con un hilo muy fino de oro, plata o aluminio. Aunque las cuerdas ya están bien colocadas y comprobadas al violín le falta el alma una pequeña piececita cilíndrica de madera de abeto. "Es muy delicado y hay que ponerla muy bien, para que el instrumento pueda responder de todo porque esta caja puede." La barra armónica sirve para dar fuerza a las cuerdas de las notas graves el sol y el re, por su parte el alma refuerza las notas agudas del violín en la y él mi. Una vez que el alma está encolada llega el   momento definitivo de afinar el violín para comprobar el sonido. "Ya está afinado y terminado." "Ha nacido otro violín." La prueba final de cada uno de los violines que construye Ramón Oliveras la hace su amigo Joan Daró violinista exigente y sensible que sabe valorar el trabajo bien hecho. "Señores esto es una obra de arte, que habla, que llora, que canta..."

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